domingo, 22 de febrero de 2015

REBELIÓN POSPUESTA: HUMO Y SOLEDAD 4




Apartamento de Toto en los Pinos, 6 meses antes del reencuentro.

Moloko de nuevo suena en el Windows Media Player, a la par reviso el texto de Camilo. Mientras mis ojos recorren los párrafos no puedo dejar de pensar que Moloko es la mejor banda para leer novelas cortas sobre la faz de la tierra. Esta habla sobre un grupo de amigos que son unos malditos infelices: vagos, irresponsables, cómodos, fumadores de hierba y borrachos; y de cómo se relacionan con las mujeres de su entorno. Uno de los protagonistas vive frustrado sexualmente, desde que terminó la relación con su novia no ha tirado con ninguna otra chica. El tipo está desesperado. La novela es coral y los diálogos son muy patanes. Me gusta.

Voy leyendo cincuenta páginas y la cajetilla entera que compré hoy a la hora del almuerzo está a la mitad. Son las cinco de la tarde. Calculo que por cada cinco hojas que leo me fumo un tabaco y que tardo media hora en leer diez. La novela tiene doscientas nueve páginas y quiero terminarla hoy para comentarle lo mediocre que es a Camilo por medio de e-mail, de paso le envío “Los placeres de
Dolores”, “Humo y soledad” y “Cómplices”.


By the way, mejor reviso mi bandeja de entrada. Ajá, un correo del Pitufo:
Mai fren, chequea este link:
Es una página de reseñas y noticias de metal.
Johnny me recomendó una página, está buena, tiene todos los géneros del porno: Sof, explicit y jarcor.
¿Me explico?
Mai fren, ¡wthat that fuck! Típico de Camilo. Escribir las palabras en inglés tal y como se escuchan: Mai fren= My friend, Soft= Sof, Hardcore= Jarcor. No sé con qué cara se burla de mi pronunciación del idioma, sin embargo, la suya tiene un acento latino que no gusta.


Tengo que comprar más cigarrillos, lo haré cuando sean siete y media o sino tendré que fumarme los dedos.
Termino uno de los capítulos y pienso que hay muchas novelas guardadas en el mundo, de muchos autores desconocidos y que si aún así las editaran todas, sería imposible leerlas en su totalidad.
Es más fácil ver la tevé o una película. Las novelas ahora deben ser fáciles de leer, claras y comprensibles; y sobretodo cortas y entretenidas. Esta novela de Camilo es así. Aunque es un compilado de las patanadas más representativo de nuestro medio, no puedo dejar de pensar que todos somos mal hablados de una
forma u otra; y que este relato lo demuestra.
Tocan mi puerta principal, doy clic al ícono de minimizar, me levanto de la silla,me acerco y pregunto quién es. La voz del otro lado del latón responde,Marilú. Mi vecina usa un jean ceñido a la cadera y una top con el escote descubierto. Tiene unas tetas hermosas, y al verlas pienso que no hay nada más excitante que una mujer chupándose sus propios pezones, mientras es penetrada de costado en el borde de una cama.
Su voz detiene mi elucubración pornográfica, dice que hoy su baño amaneció inundado, que el agua se filtró por las baldosas y pide permiso para entrar y ver el mío. Pienso que eso no es necesario y que en realidad es un pretexto para ver como vivo, llega a mí la idea de que soy un misterio para esta mujer. Quiere ver mi baño, quiere ver si soy aseado. La dejo pasar. Huele a vainilla y tiene el pelo mojado, es evidenteque hace poco salió de la ducha. Siento los músculos de mi pelvis contrayéndose, detengo amargamente un intento de erección.
Dejo la puerta de latón abierta, no quiero que piense que soy un maniaco sexual. La acompaño hasta la entrada del baño. Ella echa un vistazo y confirma que no hay agua filtrada en las baldosas, mira el letrero en el contorno que obstruye el paso a mi habitación, se ríe y dice como si tuviera confianza de años conmigo: eres loco, por qué tienes un letrero en la puerta de tu
cuarto que dice: PROPIEDAD PRIVADA, NO TRASPASAR; si vives solito en este apartamento. Río espontáneo esta vez, le respondo que me gusta ver el letrero y reírme sólo de vez en cuando ante
aquel sinsentido. Ella dice:¡Chucha la madre, si que eres loquito!Uno de estos días te saco a pasear para que no termines en un manicomio! Y empuja con sus manos el costado de mi hombro, mantiene una sonrisa amplia; y al ver su mirada percibo que es trasparente. No me siento intimidado. Sus malas palabras y su
ligero golpe son un intento de generar confianza, tuvo éxito. La novela de Camilo tiene razón: todos somos patanes de una forma u otra.

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